martes, 18 de enero de 2011

smelling, smiling

Ochenta y siete años después de que el primer olor llegara a su poder, ahí estaba postrada en una cama de hospital, con un ramo de lavanda a su lado, no veía, las cataratas no la dejaban, pero le llegaba un dulce olor a lavanda, que buenos recuerdos le traía la lavanda, su viaje por la costa azul, los armarios de su madre.
Tampoco podía oír hacía años que la sordera la había vencido y aun así sabia cuando se acercaba su enfermera por su colonia, olía a flor de azahar, igualito que su Sevilla natal en las noches de primavera.
Se giro en la cama, un intenso olor a jabón de Marsella la invadió, al igual que cuando de niña se escondía dentro de su cama, o cuando tendía dentro de casa y toda la habitación se impregnaba del olor del detergente.
Lo bueno del paso de los años era la de recuerdos que te daban, y cada uno de estos llevaba algún olor asociado.
El olor a hierba recién cortada, el del mar, el de las tormentas de verano, el olor a chimenea del invierno..Tantos y tantos olores, tantas y tantas sonrisas. Respiro profundo y dejo que cada uno de los olores de la habitación la invadieran y sonrió por ultima vez.

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