lunes, 28 de febrero de 2011

Mas allá de un suspiro (III)

-Cuéntame, ¿quién mas habita en ese maravilloso, a la par que peculiar lugar?
-También está P
-¿Enserio?¿Y como es ella allí?
-Es como todo lo demás, ni mas ni menos, que como yo la veo. Sé que hace realmente poco que existe, bueno como todos, como ese lugar también, para mi supongo, que no es nuevo porque ya antes había estado allí, pero había otra gente, ya sabes.
Pero volviendo a ella, es alegre, es como un puntito de luz en el universo, hace que aunque me sienta perdida sepa a donde mirar, supongo que poco a poco, se ha ido convirtiendo en el faro de este mar en tempestad. Ella sabe como tirar por mi, fuerte, sin ceder. Pero a la vez, en ocasiones me parece tan frágil, como si de un delicado cristal de bohemia se tratara, y quiero cuidarla, me juro a mi misma, que estaré ahí para que nadie le haga daño. Y es que se ha convertido en una parte tan importante de mi, de este lugar, que cualquier daño o perjuicio que le causen, me dolería a mi, casi más que a ella.
-¿Y ella allí, no tiene una parte mala?
-Ninguno tenéis una parte mala, es simplemente el precio que debo pagar por sonreír. Y claro que sus sonrisas tienen un precio, como te decía el precio de estas es, que si por un casual esa bombilla se fundiese ya no se que seria de mi, no se hacia donde navegaría entonces.
-¿Y compensa todo eso?
-¿Recuerdas cuando de pequeño jugabas toda la tarde con la nieve sin guantes, o sin bufanda; y sabías que al día siguiente estarías enfermo? ¿ Merecía la pena entonces?
-Claro, que la merecía. Es más volvería a repetirlo ahora. Supongo que te entiendo
-Una pregunta: ¿Porque no lo haces?
-¿Jugar con la nieve como de niño?
-Si eso.
-Es que ahora mismo no hay nieve.
-Si, supongo que es un buen motivo.

sábado, 26 de febrero de 2011

Mas allá de un suspiro (II)

-¿Y yo?, ¿Cómo soy yo?
-¿Tu? Tu eres incluso más increíble, si cabe. Allí yo estoy completa y perdidamente enamorada de ti, y lo que es peor aun lo sabes. A tu manera, creo, que tu también lo estas de mi.
-Espera, ¿Como puede ser un lugar de tu imaginación y no saber tu todo lo que allí ocurre?
-Porque como ya te había explicado, aquello tan solo es una exageración de todo esto, y aquí tampoco sé si lo estas.
-Bueno, pero sigue, sigue, cuéntame más de mi.
-Cada uno de tus gestos vive allí, y es repetido una y otra y otra y otra vez, hasta que carecen de sentido y ya no se si son reales o completas ensoñaciones mías. Allí hay un museo donde guardo cada una de tus sonrisas, aunque también hay una pequeña sala donde guardo algunas de tus lagrimas, pero no suelo entrar, me pone triste. Lo bueno de allí, es que puedo tirarme horas y horas mirándote y no dices nada, nunca te quejas, tan solo me miras con esa cara picara tuya que tanto me gusta y sonríes divertido al verlo, supongo que te hace gracia ver lo muy enamorada que estoy de ti.
-Vaya pues según cuentas parece un sitio bonito.
-Es normal que lo parezca, porque solo te he contado las cosas bonitas. Pero no todo es así, a veces te olvidas de que existo y entonces me quedo sola y dentro de una neblina asfixiante. Y otras veces estas ahí, pero casi sería mejor que no lo estuvieras, ya que solo me causas un daño horrible.
-Vaya, lo siento
-Nada, no te preocupes, digamos que tu eres un poco como el tiempo, aveces hace sol, aveces llueve.... pero aun si, sigo saliendo todos los días a la calle.
-¿Y últimamente ha llovido mucho?
-No, no demasiado. Además últimamente acostumbro a llevar paraguas.
-¿Estas hablando de él?
-Si.
-¿También está él allí?
-He dicho que estáis todos allí.
-Esperaba que él no estuviese.
-Él es tan parte de aquello como cualquier otro o quizás más. Él es mi isla en un océano en tempestad. No puedo imaginarme ese lugar sin él, sin sus abrazos, sin sus besos, sin sus caricias.
-Así que supongo que también estas enamorada de él, por lo que me cuentas.
-No, no estoy enamorada de él o al menos no de la forma en la que lo estoy de ti. Me gustan sus abrazos y la forma en la que apoya mi cabeza en su pecho, y como posa la suya sobre mi hombro, o sus besos, su forma de mirarme. La comodidad que me proporciona. Supongo que de lo que estoy enamorada, es de la seguridad que me da. En cambio mi primer y último pensamiento de cada día son para ti. Puedo imaginarme un mundo sin su seguridad, solo con los riesgos que tu conllevas, pero no al revés. Pues ¿para que quiero seguridad en un mundo ya seguro?

martes, 22 de febrero de 2011

La ventana de enfrente.

La veo a través de mi cristal, mientras cuida la plantas, y fuma. Siempre fuma en la terraza, no debe gustarle el olor a humo. O quizás usa el salir a fumar como excusa para verme a través de su cristal, quien sabe.

Lo que me gusta de ella, es que es una mujer fuerte, prueba de ellos es que lleva meses soportando la quimioterapia. Echo de menos su pelo, tenia una dulce y bonita melena rubia, desde hace tiempo, nada. Pero aun así no ha cambiado ni un ápice su vida, sigue fumando demasiado, y saliendo a hacerlo al frió de la terraza, sigue cuidando sus bonsais, sigue enamorada de su marido...

Ciertamente se poco de su vida, o mejor dicho nada, no se como se llama, pero me lo invento. Se donde vive, porque puedo verlo, y también se que le gusta fumar, en un apuro diría que fuma tabaco negro. Es una mujer de barrio, fuerte, madre de sus hijos y esposa de su marido. También puedo apuntar que es el tipo de persona que se cambia a algo más cómodo según entra por la puerta. Debe ser bastante friolera pues siempre va muy abrigada. Es una mujer coqueta y presumida donde las haya, pues siempre la veras muy arreglada. Poco más puedo decir sin faltar a la verdad. Solo se me ocurre una ultima cosa, que poco a poco ha ganado toda mi admiración.

lunes, 21 de febrero de 2011

Más allá de un suspiro (I)

-¿Qué? ¿Qué has dicho?
-¿Otra vez? Si es que nunca me escuchas, no sé ni para que me molesto ya.
Ella era de ese tipo de personas que había alcanzado lo que los grandes pensadores consideraban prácticamente imposible, dejar la mente en blanco. El problema era que pasaba más tiempo estancada en el vacío o divagando por planos alternativos, que junto a nosotros.
A veces podían llegar a ser enervantes esos viajes suyos. Sobre todo cuando intentaba contarle algo que, al menos para mí, resultaba importante, y la descubría ignorándome de nuevo. Aunque poco a poco había ido acostumbrándome a esa forma suya de ser.
Una vez decidí preguntarle por ese lugar donde se refugiaba, le pregunte si aquel era un lugar mejor, si era que no existía allí el sufrimiento, si las cosas eran más sencillas allí. Y entonces su respuesta me sobrecogió, me dijo que no, que simplemente eran distintas. Me explico que allí también existía el sufrimiento, que allí también vivíamos todos y cada uno de nosotros, pero que lo hacíamos de una manera más extrema y dura. Me conto que nuestros defectos dolían mas pero en contraposición los buenos momentos tenían más valor, ya que según me dijo para ella la felicidad tan solo era la diferencia entre el dolor y la ausencia de este. Me explico que lo que aquí sería una sonrisa allí se convertía en una sonora carcajada.
Entonces y de golpe lo entendí todo, claro que se escondía en aquel lugar, pero no de las penas y los malos momentos, sino de la monotonía, del gris  que nos había corroído a los demás. Y entonces solo pude envidiarla.

sábado, 19 de febrero de 2011

Fuck off

Otra vez esa horrible sensación, me cuesta respirar, necesito llorar, quiero gritar, y tan solo puedo estar aquí debajo de mis mantas sin sacar la cabeza hasta que el aire es una nube densa y demasiado caliente que me envenena más que me cura. Tengo los ojos hinchados, a saber cuanto tiempo he estado aquí debajo. Pero es el único sitio donde puedo sentirme algo mejor. ¿O quizás no? Y de golpee una idea. Una sonrisa. 

Salto de mi cama, corro al baño me ducho, el agua caliente recorre cada uno de mis músculos relajándolos, me siento mejor, mucho mejor. Base, raya, rimmel, carmín rojo. No hace falta que cuente mis propósitos ¿no? De fondo rock, pega tan bien con mi humor. Me miro al espejo, me asusto, me gusto, me sonrió, me guiño un ojo, la felicidad brilla por cada uno de mis poros. Ni un ligero recuerdo de los malos momentos, sonrió, la chica del espejo me gusta mas que la chica que dormía en la cama hace un rato.

Salgo a la calle, entramos en el primer bar. Una copa, y otra, y otra y demasiadas más. Una mirada y otra y una sonrisa y otra, y demasiadas más, esta claro que hoy es mi día. Y entonces se para la música, se acaba el aire, aunque le este besando ni me doy cuenta de ello, porque tú has entrado por la puerta, creo que mi día ha acabado. Y de golpe lo veo, veo tu cara, te duele, no lo soportas, y me encanta, así que vuelve a sonar la música sonrio y le beso mas aun, cierro los ojos, no necesito ver tu cara para saber lo mucho que te duele. Me gusta. Ahora sabes como me he sentido yo todo el tiempo, sonrió, disfruta mi regalo de aniversario. Te quiero.

domingo, 6 de febrero de 2011

Normalidad

Imagínate que hoy es un día cualquiera, son las siete de la tarde y decides salir, así que te vistes, vas a ponerte esa camiseta gris que tanto me gusta, sales de casa y vas a un bar. Pides una cerveza, como siempre, sin ninguna novedad, te atiende una camarera corriente y te da una cerveza poco peculiar, buscas sitio y entonces descubres que estoy al final de la barra. Decides acercarte a saludar, ¿por que no? Acercas un taburete y nos ponemos a hablar, banalidades por supuesto, siempre son banalidades, ¿de que sino?
El bar se esta vaciando, quedamos tu y yo sentados en la barra con nuestras cervezas, medio llenas, lo diré así por no resultar negativa. Al fondo una chica, lleva un precioso vestido verde me gusta el verde y cada día mas. En la mesa de al lado dos amigos miran la televisión, están echando un reportaje. Tu y yo seguimos hablando, decidimos irnos a dar un paseo, la noche esta bonita. Salimos del bar y seguimos hablando de nuestras tonterías. Hacia que lado vamos, tu dirás, ¿derecha? Bueno pues de acuerdo iremos a la izquierda, me gusta este lugar, es solitario, bohemio, y a la vez risueño. Camino junto a ti. Sonrió. Sonríes. La luna esta tapada por una nube debe ser la única nube de todo el cielo y ha dado para tapar la luna, curioso. Seguimos caminado. Aun no hemos parado de hablar, pero no hemos dicho nada. De golpe me paro. Te sorprendes. Me miras y te lo digo, dos palabras: Te quiero. Y ¿que dices tu? Tu nunca dices nada, el día que te soñé podía haberte imaginado perfecto ¿no?

sábado, 5 de febrero de 2011

Ella

-¿Ahora lo entiendes verdad?
-¿El que?
-Todo.
-Creo que para empezar, no te consigo entender a ti...
-Ella, ¿es ella verdad?
-Sigo completamente perdido.
-Dios mio que lento eres aveces...
-Y tu que mal te explicas...
-Por fin has conseguido entender como podía pasarme horas mirandole, a su lado, sonriendo, hablando con y de el ¿no? Porque por fin ha llegado tu momento. Ella por fin ha llegado.
-Ah, osea que hablábamos de eso.
-Venga, no finjas indiferencia, os he visto. Sois perfectos.
-Ya, ya sabia que soy perfecto.
-Enserio, dejalo, ya sabes a lo que me refiero, admítelo de una maldita vez y pasemos.
-De acuerdo es Ella.
-Lo sabia. ¿Y a que no está tan mal?
-Ciertamente me gusta estar con ella, me gusta sentarme a su lado, me gusta mirarla cuando esta distraída, me gusta hablar con ella, me gusta hacerla de rabiar, me gusta reírme con ella, me gusta verla dormir y verla despertar, y que ello implique que hemos dormido juntos, supongo que podría resumirse en que me gusta Ella.

jueves, 3 de febrero de 2011

Cierra los ojos (II)

La función ha acabado, cae el pesado telón de terciopelo rojo. Me miro la muñeca en busca del reloj, esta escondido debajo de los puños de la camisa, los subo, consigo bajarlo un poco y dejarlo a la vista. Me gusta este reloj, es verde, dicen que el verde es el color de la naturaleza, y que relaja, no se si es cierto o no, pero me gusta. Además tiene una esfera grande donde es fácil ver los números, no me gustan los relojes de esferas pequeñas, en circunstancias de poca luz, o en conversaciones con otras personas se hacen difíciles de mirar.

Camino por la moqueta, como no roja, hacia las escaleras. Todo el mundo está saliendo ahora, así que se hace bastante difícil caminar. Voy distraída, aún pensando en la danza que acaba de representar la chica. Era como si   no estuviese hecha de materia, como si simplemente fuese una sombra que vagaba libre por el escenario, tan armónica, tan fugaz, tan llamativa, y al tiempo tan fragil. Un mal salto, un mal movimiento y se habría acabado todo, su baile me recordaba bastante la vida real, un paso en falso y todo se podría ir al garete.
Al fin he conseguido bajar la escalera, para ello he tenido que empujar a cuatro señoras, esquivar a otras tantas, e ignorar a un pobre niño que lloraba por haber perdido a su "mama". Puedo imaginarme como debe sentirse, tan solo entre tanta gente, cuantas veces me he sentido asi, no por haber perdido a mi madre, bueno supongo que a su edad también la perdería alguna vez. Me refiero a cuando me pierdo en mis pensamientos como ahora mismo, rodeada de gente, que solo consigue agobiarme más, gente que no se para que me sirve que esten ahí, gente entre la que no está, y entonces es como si una horrible neblina gris me sepultase y tengo miedo, miedo de que desaparezca del todo y no poder volver a verle, y despertarme mañana sin la oportunidad de descubrir que es ese algo que me esta matando y que le hace perfecto; ese algo que necesito destruir, y que al tiempo me lleva a sonreírle cada amanecer, como si fuese el ultimo. Ya estoy en la puerta, cinco o seis empujones mas y he conseguido llegar al abrigo de la noche.

No hace demasiado frío, esta una preciosa noche estrellada, así que en vez de pagar un taxi, paseare hasta casa, es cierto que tengo un buen trecho pero me gustan las ciudades de noche, y esta en cuestión es realmente bonita. Las calles están lo suficientemente iluminadas como para ser seguras, pero no demasiado como para no permitirme disfrutar del mural que se me muestra encima. Puedo verlas a todas y cada una, brillando tan intensamente, o quizás no, quizás ya no brillen realmente, quien lo sabe. Me encanta mirar al cielo, consigue captar mi atención de una forma agonizante, me da miedo mucho miedo pensar que habrá mas allá de mi cabeza, pero a la vez me atrae tanto la idea, pero encuentro al universo como un tema demasiado difcil...
Verde. Como el reloj. Puedo cruzar.