lunes, 10 de septiembre de 2012

Amanda



Amanda llego a su casa feliz, o quizas borracha. Quien sabe. Jamas era capaz de distinguir entre una y otra. No era capaz de distinguirlas porque en cuanto se emborrachaba podia hablar con total normalidad con El. Se le acercaba con aquel aura de confianza y seguridad en si misma, su autoestima se disparaba de tal forma que en su vuelo elevaba tan bien su belleza,y entonces Amanda se convertia en la reina de la fiesta y nadie podia apartar la mirada de ella. Pero ella solo tenia ojos para El.


En esos momentos hablaban de todo lo que en otros jamas se hubiese atrevido, que no apetecido. Apetecer le apetecia siempre. Hablaban de politica y de filosofia. Y Amanda sonreia sarisfecha, comprendiendo que perseguir la felicidad era una idiotez pues esta era algo puntual, era el silencio oportunamente colocado en una armonica melodia. Pero eso jamas sr lo confesaba, jamas le decia que pese a lo ironico del hecho, sus palabras eran el silencio de la melodia de su vida. El balsamo que curaba las llagas de lo cotidiano. Por eso le queria, que no amaba. Durante mucho tiempo habia pensado que estaba enamorada de El, pero con el tiempo habia descubierto que de lo que estaba enamorada era de como El hacia que se sintiese. Con El, le ocurria lo mismo que con el alcohol, se habian convertido en un medio para alcanzar la felicidad, pero el dia que descubriese otro medio podria abandonar este viejo atajo. Mientras tanto seguiria utilizandolos a ellos dos.

Mientras pensaba todo eso fue desnudandose, dejando que la ropa le resbalase por el cuerpo. Y cuando ya estaba completamente desnuda se metio entre las sabanas y dejo que la ginebra la acunase en los brazos de morfeo. Igual al alcohol no lo abandonaba del todo, que la ayudaba a dormir mejor