sábado, 24 de marzo de 2012

skin

Y apoyado en la barra del bar había otro más, ¿pero es que nadie sabia mirarla de otra forma? Estaba claro que no.No era extremadamente bonita, ni elegante y su conversación no era siempre la más interesante; pero aun así tenía algo.
-Bienvenido al club.
-¿Al club?¿Que club?
-Al de los que la miramos así.
-¿A quien? ¿Y mirarla como?
-No intentes fingir, yo invente esa mirada.
-Ni idea de que me hablas.
-De esa mirada que en tu caso recuerda cada uno de los besos que te ha dado, y en el mio envidia a los mismos.
-Vaya, yo lo siento, te juro que cuando estuve con ella, no sabia nada de esos sentimientos tuyos.
-No importa. No es mía.
-Tampoco mía.
-Ella no es de nadie, tan solo pertenece al sol que acaricia su piel, y al que le sonríe diez minutos de una forma especial y logra llegar a su cama.
-Ojalá supiera entonces, como le sonrei aquella noche.
-Lo mismo digo, ojalá supiera como le sonreiste aquella noche.
-Es pura magia, y sus besos, sin pretender hurgar en la herida, son los mejores besos que jamás me hayan dado.
-Tiene toda la pinta.
-Sabes, llevo toda mi vida preguntandome que significado tiene mi existencia; y mientras la acariciaba, de golpe todo estuvo bien, era como si por un momento no hubiese necesitado más. Nada mas que verla sonreír. Pero ahora, ahora que no esta qui es incluso peor que antes, ni siquiera soy capaz de recordar como iba sobreviviendo antes. Ahora simplemente malvivo. Tiro de noche en noche y de barra en barra recordando la textura de su piel y el calor de sus labios. Odiando al mundo por haber seguido girando y no haberme permitido disfrutar un poco mas de ella. 
-Bienvenido al club.
-Tio de veras siento haber estado con ella, cuando tu estabas primero.
-No mientas, no sientes ni por un instante haber estado con ella. O al menos yo no lo haría.
-Es cierto, no lo hago. Ni por ti, ni por todas esas noches esperándola en alguna barra de un bar. Y si ahora ella quisiera volvería a repetir mi error.

viernes, 16 de marzo de 2012

think

No quiero que seas mi amiga, maldita sea. No tienes porque quedarte callado y aceptar hacer lo que yo diga. Me gusta ir de sidras y de cañas. Me gusta jugar al billar e ir a nadar. La fotografia y leer, pero por encima de ello escribir. Me gusta pintarme las uñas de colores chillones y reirme de tonterias. Me encanta pasear y salir de fiesta con mis amigos. Me gusta cuando me miras, y podria hacer cualquier cosa si prometes mirarme mientras.
No me gusta demasiado el alcohol; pero podría fingirlo si a ti te apeteciese.
Tambien me gustar andar en bici o tomar el sol.
Y no sabes como adoro tirarme en la playa; Y no necesariamente en verano, ahora mismo, envuelta en una enorme sudadera y con un libro, dios mio no sabes lo que me apetece.
Ir a un museo o incluso a misa, jugar a un videojuego hasta las tantas. Ver una pelicula o escuchar musica en absoluto silencio.
Pero por dios, no me hagas decidir de nuevo que vamos a hacer esta tarde.

jueves, 8 de marzo de 2012

Cuando te digan bacin tu dices presente

Te echare de menos.

Sé que ahora viene una temporada dura, y que nos queda encima una buena, pero me gustaría robarle diez minutos al dolor y a la tristeza para dejar constancia de todo aquello que no dije, o que no dije suficientes veces.
Sin duda alguna lo que más voy a echar de menos es aprender de ti, no me queda otra mira en la vida que algún día llegar a haber dominado la mitad de lecciones que me diste. Porque hay varios tipos de personas los que se molestan en aprender, los que se molestan en enseñar y tú. 
Tú que me enseñaste a que un video con zoom solo se hará con un trípode o con un pulso excelente, que claramente yo no tengo. Tú que me dejaste la mejor herencia del mundo, una hija (para ti y una madre para mí) a la que enseñaste la fuerza de vivir, y sino mírala ahora. Tú que me enseñaste a jugar al parchís, a las cartas, a las damas, y a no desesperarme y comerme el centollo hasta que esté todo en el carro con una gotita de vino blanco.
Tú que me has dejado los rasgos más claros de mi carácter: la terquedad, la nobleza, la mala h.... el gusto por la lectura, el orden caótico, el afán por las cámaras y el comprar dos de todo.
Tú que me enseñaste el orgullo propio, cuando hablabas de mi al resto en mi presencia, pues si tu podías pensar así, como no voy a hacerlo yo.
Tú que te pasabas la semana preguntando cuando iría a verte y luego no levantabas la vista del periódico. A ti que debía darte un beso incluso antes de posar las maletas.
No escribo esto ni para sentirme mejor, ni para quien te conociese; pues quien te conociese sabe todo esto de sobra. Y siento dejarme tantas cosas en el tintero pero tu magnitud no entra aquí.
Y aquí se despide de ti y de los demas este último mono.