martes, 25 de enero de 2011

Cierra los ojos.(I)

Desde mi butaca tengo una buena vista, estoy en un palco. Justo debajo se encuentra el patio de butacas, estas, tapizadas en terciopelo rojo, van llenándose poco a poco. La sala se encuentra abarrotada, deben quedar una veintena de asientos libres. Puedo oír el susurro de decenas de conversaciones, el sonido del deambular de la gente, cada paso sobre el parqué produce un armónico sonido, que se oye en toda la sala.
En el pasillo central y en los extremos unos pequeños óculos redondos proporcionan una pequeña luz amarillenta. En el centro de la sala, colgando del techo una enorme lampara de cristal nos alumbra.  Es realmente bella, debe tener unos tres metros de diámetro, en su parte mas baja salen doce brazos, según subimos la mirada, el numero de brazos va disminuyendo, se colocan estratégicamente alternos, no formas círculos, forman un vaivén, que da la sensación de que los brazos estuviesen en movimiento. Desde el nacimiento hasta el final de cada uno de ellos, se encuentran adornados de un fino cristal de bohemia, pequeñas gotitas engarzadas unas a otras. Al final pequeñas bombillas que simulan la llama de una vela, brillan con furor, reflejándose su luz en cada uno de los cristales de la lampara.
Las paredes son de madera vieja, supongo que es el uso de tanta madera lo que da lugar a esta acústica. Ya que suelo y paredes están hechos de lo mismo, madera. Una madera noble de cerezo.
A un metro de la primera fila de butacas, se encuentra una barandilla de metal negro, protegiendo el foso, cuantas orquestas habrán tocado en ese foso, aun puedo sentir algunas notas de obras pasadas que han quedado perdidas.
Pero sin duda alguna, lo más bonito es el escenario. Como el resto de la sala es de madera de cerezo, pero la iluminación es más intensa aquí, lo que permite que el rojo de la madera destaque mas aún. Cuatro potentes focos cuelgan de lo alto del escenario. De lado a lado el escenario es cruzado por un enorme telón.Es de terciopelo rojo, al igual que las butacas, tiene pinta de llevar aquí mucho tiempo, seguramente pertenezca a la decoración original. Puedo observar por el cableado del techo que esta electrificado, pero calculo, que cuando se inauguro el teatro, hubiese alguien encargado de correrlo antes y después de cada función. No debía ser una tarea fácil, pues realmente aparenta ser muy pesado.
¡Silencio! Se abre el telón.
Los enormes focos apuntan a un cuerpo tumbado en medio del escenario, esta hecho un ovillo, soy incapaz de distinguir si es hombre o mujer. ¡Espera! Comienza a moverse. Parece una mujer. Sí, sin duda es una mujer, viste un mono de color carne realmente ceñido, por eso puedo ver las curvas de su cuerpo, y no cabe duda de que es una mujer. Es joven, rondara la veintena, alta, delgada, pelo realmente corto y negro, muy negro. Aun sigue tirada en el suelo hecha un ovillo de cuclillas, por lo que soy incapaz de verle la cara y decir como son sus facciones, pero tiene pinta de ser bella, realmente bella. Por fin, por fin comienza a levantarse, si como había predicho, es alta, entorno al metro setenta y mucho. Ya puedo verle la cara, es de piel blanca, ojos verdes, grandes y almendrados. Nariz chata. Es de piel blanca, muy blanca, parece que lleve echados polvos de arroz, quizás por ello aun destacan más sus labios rojos.
Suena una música dulce, me atrevería a decir que es de una flauta. La música, las luces, y los movimientos ondulantes de la chica, crean el efecto de un mercado persa donde una serpiente baila. Se mueve ondulatoriamente, de lado a lado, subiendo y bajando, primero derecha y luego izquierda, suaves movimientos al ritmo de la flauta.

Save tonight
and fight the break of dawn
Come tomorrow
tomorrow I'll be gone


El sonido de un móvil consigue despertarme del embrujo que la chica ha producido en mi. Se oye contestar, y salir fuera de la sala. La chica continua bailando parece ser la única que no ha sido incordiada por el teléfono, pero si me fijo en sus ojos puedo ver la rabia que esto le produce. Puedo comprender la, cuantas horas habrá dedicado para interpretar esta danza, y un simple teléfono ha conseguido despistarnos.

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