sábado, 2 de abril de 2011

Say goodbye!

Julia estaba tirada sobre la hierba a contemplar las nubes, le encantaba jugar a encontrarles parecidos con cosas reales. Pero sin duda, más aun le gustaba el roce del sol sobre sus mejillas. Hacia un día precioso, y se encontraba de un humor excelente, por ello, porque su padre habia vuelto a casa tras su viaje de negocios, y porque si. Aseguraba no necesitar motivos para ser feliz cuando hacia tan buen tiempo. Lo cierto es que me alegraba que necesitase tan poco para ser feliz, pues poco mas tenia. Hasta ella sabia que los viajes de su padre no eran por negocios, pero preferia no reconocerselo a si misma. No era una persona con demasiados amigos, era uno de esos casos que la sociedad bautiza como raros y margina por ello. Ciertamente era bastante distinta del resto, no bebia, no fumaba, preferia tirarse a leer un buen libro al sol, que quedarse en casa con el ordenador. Dejaba que cada pequeño detalle la enamorase y jamas temia que esto le rompiera el corazón. Era fuerte y luchadora. Y al tiempo dulce y femenina.
Yo la contemplaba de lejos, no quería interrumpir su atmósfera de tranquilidad. Gran error,el no haberme acercado, pues sino hubiese visto como lloraba, como sus ojos irritados gritaban que necesitaba a alguien que la acompañase en aquellos momentos, como sus manos tiritaban de nervios, como se debatía entre la valentía y otro tipo de valentía.
La encontraron por la mañana, en el cerro donde yo la había visto la tarde antes, aun tenia los ojos irritados, y llenos de lagrimas, y el cuchillo con el que se había quitado la vida descansaba a su lado. Ya nada era lo mismo, para su padre se habían acabado los viajes de negocio, para su madre el matrimonio, la hierba era ahora de color rojo, ella de color blanco.

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