lunes, 18 de abril de 2011

Para nada esto es un cuento

Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, había un alto torreón, y allí encerrada una bella princesa. El torreón estaba construido en piedra negra y su tejado con pizarra. Solo constaba de una pequeña ventana, y una puerta por donde alguien le subía agua y comida a la princesa.  Dentro de la torre, solo una escalera que te llevaba hasta la estancia de la princesa, y dentro una vulgar habitación, que para nada hacia honor al titulo de quien allí vivía.
Dentro de la habitación podía encontrarse  una cama pequeña e incomoda donde dormía nuestra princesa, un orinal y una palangana, porque las princesas también van al baño y sudan, ahora que su sudor huele a rosas silvestres y jazmín. Por ultimo una pequeña mesa donde alguien le dejaba todos los amaneceres la comida a nuestra protagonista.
La princesa era rubia, de ojos azules, labios rojos y carnosos y tez de marfil, como todas las princesas de un buen cuento que se preste. Pese a ser joven y bella la princesa no podía ser feliz, pues añoraba la libertad que jamas había tenido. Por ello se pasaba los días y las noches llorando. A veces se asomaba por el ventanuco y divisaba todo lo que podía haber sido su reino; veía campos y ciudades, y en días despejados si se esforzaba mucho incluso conseguía ver el mar y la montaña.
Un día mientras la princesa lloraba, un niño entro en el cuarto:
-¿Porque estas tan triste princesa?
-Por que echo de menos la libertad. Pero tú eso jamas lo entenderías, tan solo eres un niño.
-¿Porque no vienes a jugar conmigo? igual eso te alegra
-Como voy a ir a jugar contigo no ves que estoy presa en esta almena.
-Yo había pensando que igual...
-No niño, no puedo ve a jugar tu solo, y déjame estoy pensando en la forma de escaparme de aquí.
-Pues entonces podrías...
-¡Calla niño! Y déjame sola que esto son cosas de mayores.
La princesa siguió llorando y llorando mientras miraba por la ventana, y el niño triste y confuso se fue. Abrió la puerta bajo las escaleras y salio a la calle, donde otro grupo de niños le esperaba.
-¿Y bien jugara la princesa con nosotros?
-No, dice que no puede, y que jamas lo entenderíamos que son cosas de mayores, y verdad debe ser porque  no he entendido si tan triste estaba por no ser libre, porque no se iba de la torre.
-Igual no ha visto que la puerta estaba abierta, ¿Tú se lo has dicho?

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