miércoles, 18 de mayo de 2011

Vacuum

Estaba tan feliz, de tan buen humor, que no pudo mas que moverse por la casa al allegro de la primavera. Sus amigos hubiesen descrito ese estado con un "que tontita", pero como no iba a estar alegre o tontita, después de todo lo que había pasado. Espera. ¿Qué había pasado? Algo tenía claro, la había besado. Y menudo beso. No tenía queja alguna, al contrario. Esperaba que lo hiciese todo igual de bien. Bueno sino daría igual, decían que todo se solucionaba a base de practica y estaba dispuesta a practicar todo lo que hiciese falta y algo más.
Pero de veras, ¿Cómo había pasado todo? A ver, recordaba estar sentada en el muro del espigón. Si estaba allí sentada leyendo y contemplando la mar. Menudo oleaje sea había formado.
Entonces había visto aquella bicicleta, que ya de sobra conocía. Y su corazón había empezado a palpitar a doscientas pulsaciones por minuto.
Luego, no recordaba demasiado bien los pasos intermedios, pero el había dejado tirada su bicicleta en medio del puerto y había ido en su dirección. Quizás la había visto. O ¿ella le habría hecho alguna señal?. Maldita sea, estaba tan nerviosa aun, que era incapaz de recordar nada con exactitud, a este paso se olvidaría de quienes eran ellos, no eso jamas, jamas podría olvidarse de él, y de esa sonrisa de niño, con esos hoyuelitos tan preciosos.
Vale entonces, el se había acercado, y luego se había sentado junto a ella. Le había preguntado que leía, y le había hablado por el libro. Si, eso es, el también había leído aquel libro, de hecho le dijo que era uno de sus preferidos. Entonces habían ido a tomar algo, si habían ido a tomar un par de cervezas juntos, él escogió por ella. Y acertó de pleno. Desde entonces aquella cerveza le sabría eternamente a el. ¿Y a que sabia aquella cerveza? Ai dios era incapaz de recordarlo, ¿como pensaba guardar aquel sabor eternamente, si ya no era capaz de recordarlo ahora?
Cuando habían salido, ya era tarde, era de noche, así que el se había ofrecido a acompañarla, caminaron hasta su casa. Espera, ¿caminaron? ¿Qué había hecho el con su bicicleta entonces? Realmente le daba igual la bicicleta. Habían llegado a su portal, nunca se le había hecho tan corto el camino.
Ahí, ahí es donde la había besado, en la puerta de su casa, demasiado típico pero aun así estupendo, aun recordaba esos intensos ojos mirándola, y su boca acercándose poco a poco, y entonces ese sabor a humo, a tabaco, aunque claro con todo lo que fumaba él, como para que no supiera, y a la vez a trigo. ¡Eso es! Aquella cerveza sabía a trigo.

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