En un reino lo suficientemente
lejano, como para que nadie crea que esta historia me sucedió a mí, vivía una
dulce princesa. Aquella princesa, vivía fielmente enamorada de un caballero del ejército
del reino. Estaba enamorada de la fiereza con la que se enfrentaba a cualquier abominable
bestia, que osase acercarse al reino de nuestra princesa. Además el caballero
siempre estaba allí donde ella la necesitase, para rescatarla de cualquier
apuro, había estado allí cuando el dragón la había intentado secuestrar; Y después
lo hizo cuando en una noche de tormenta, el viento se llevo el tejado de
palacio, esa noche estuvo allí dándole calor, al tiempo que la protegía de la lluvia, y también estuvo a la
mañana siguiente cuando hubo que reconstruirlo.
También, debemos añadir, que
aparte de encantador, el caballero era muy guapo. Por eso no era de extrañar
que las damas de la corte, se peleasen por pasar un rato junto a él. Pero pese a
tener a toda la corte revolucionada, nuestro hermoso caballero siempre
encontraba un rato, para sentarse en el jardín a la sombra de algún árbol a charlar
con la princesa, porque a fin de cuentas él también la quería.
Nuestra princesa sabia, que ella
era la heredera de la corona, y que debía hacer lo mejor por su pueblo, y ello
conllevaba encontrar un rey, que estuviese a la altura de lo que los ciudadanos
necesitaban. Así que aprovechando una fiesta de palacio para dar la bienvenida
al verano, y donde ambos se encontraban, decidió declarle su amor. Y es que
nuestra princesa, pese a ser una princesa de cuento, era muy moderna y abierta.
Así que al final de la noche, mientras todo el reino disfrutaba del principio
de la estación calurosa, ella se alejo paseando con él, por los jardines de
palacio, hablaron y hablaron, como habían hecho todo el día, como habían hecho
siempre, y entonces cuando la princesa tenía ya las palabras de amor en la
boca, se dio cuenta de que no podía perder al caballero, y decirle en ese
instante lo mucho que le quería no valdría para nada, pues él se iba a la
mañana siguiente, a la lucha contra un ogro salvaje, que había aparecido en la
linde del bosque que estaba tras las murallas del reino. Y ella, ella debía irse
como cada año al palacio de verano, y no volvería a verle hasta que ambos
regresasen. Y además, y sobre todo, el hermoso y fiel caballero se había convertido
en su amigo, quizás en su más fiel amigo. Por ello tan solo le abrazo y deseo
suerte en su lucha, y regreso así a su alcoba a preparar las maletas para su
viaje al palacio de verano, pero eso es otra historia y ya no procede que os la
cuente hoy.
yo quiero sabeer más! joo =(
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