viernes, 7 de octubre de 2011

Cerezos

Volvió a mirar tras el cristal, aun continuaba lloviendo, llevaba así las ultimas cinco horas. Estaba harto, aburrido no sabia que iba a hacer ya. Pensó en que quizás debía haberse ido de viaje, lejos de aquel lugar, debía haber ido a un lugar donde los cerezos hubiesen florecido ya o cualquier lado. Tan solo necesitaba una pequeña maleta y dejar que los trenes le llevasen donde quisiera.
En el piso de al lado sonaba el teléfono, pero no había nadie en casa para contestarlo. Siguió contemplando su reflejo en el cristal y como ahora ya ton solo era eso, su reflejo, solo el de él, ya no estaba ella para acompañarle en su sufrimiento en su caminar por la vida. Pensó como seria todo si se muriese en aquel instante. Aquellos pensamientos le produjeron miedo, y decidió volver a concentrarse en lo que veía por el cristal, tan solo unos niños que corrían y saltaban bajo la lluvia.
De golpe se imagino a si mismo prendiéndole fuego a la casa, acabando con todo, como si ya todo careciese de sentido. Y volvió a asustarse de si mismo, era incapaz de entender porque aquellos pensamientos le acosaban. Bueno realmente se daba una explicación, ya todo carecía de sentido, pues de que le servia vivir fiel a su corazón, si el suyo propio estaba lleno de heridas, cicatrices y dolor. Se llevo la mano a este y noto como latía desbocadamente, no sabia si por el dolor del recuerdo o por los pensamientos suicidas que le llevaban acosando toda la tarde. 
Volvió a centrarse en lo que veía en la calle, unas abejas bailaban alrededor de un grupo de flores. Cuanto hacia que el no salia a bailar o divertirse, ni tampoco iba a tomar un café y disfrutar de esas insulsas charlas que lo acompañan siempre. Deseo tener alas para poder huir de aquel lugar, para poder aparecer lo mas lejos posible. Pero entonces se dio cuenta de que tampoco tenia otro lugar al que ir, que estaba encadenado detrás de aquella puerta, de que fuese lo lejos que fuese solo serviría para tener que dar la vuelta hasta lo que obligadamente llamaba hogar, sacar la llave y volver a enclaustrarse de nuevo.Y es que a fin de cuentas sus fantasmas estaban allí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario