domingo, 13 de marzo de 2011

Sickly

Aquel hombre me revolvía las entrañas, su olor desagradable y nauseabundo, como si del alcantarillado hubiese salido, me provocaba unas horribles arcadas. Y no es que fuese yo precisamente delicada de estomago, a fin de cuentas, en este trabajo no puedo uno serlo.
Acostumbra a venir al menos una vez al mes, le iba variando de chica y de habitación pues realmente lo sentía por ellas, sus caras enfermizas cuando se iba, daban verdadera pena, pero pagaba bien y no estaban las cosas como para tirar el dinero. Se que hay gente que podrá no creer que lo sintiese por mis chicas, pero a fin de cuentas en su momento, yo también estuve en su lugar, se lo que puede ser compartir cama, con semejante personaje. Me respigo solo de recordarlo. Pobres criaturas verlas ahí, semidesnudas, vomitando y llorando por lo que acababan de hacer, mientras yo contaba el dinero y les daba su parte, que como ambas sabíamos tan poco compensaba. Pero que tanto necesitaban, hasta el punto de trabajar en aquella inmundicia, para alguien tan horriblemente egoísta y despreciable como podía parecerles yo.

1 comentario:

  1. mas, mas, mas, mas!
    larga es la espera cuando la lectura es amena!

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