martes, 22 de marzo de 2011

Distrust...

Me había convertido, en ese tipo de personas cínicas y grises; que pierden toda su confianza en los que le rodean, en el mundo exterior, en definitiva; en el ser humano.
No es que me gustase ser así, para nada, pero estaba harta de llevarme desilusiones, así que, ese cinismo, era tan solo mi escudo protector. Aun así, aveces me llevaba gratas sorpresas; que hacían que incluso, llegase a cuestionarme si el mundo estaba tan perdido como yo pensaba.
Por eso, cuando aquella señora me regaló un par de consejos y de pañuelos, me sentí alagada, a la par que triste. Pues yo me había conformado con sobrevivir, con estancarme en mi vacío. Disfrutaba quejándome, mirando con asco todo aquello que me rodeaba. Y por ello, no solo había dejado de iluminar a los demás con mi luz, sino que había conseguido tapar la suya.
La mire con dulzura, le agradecí los consejos, y volví a irme con una novedosa gota de esperanza. Me sentía bien, dispuesta a volver a confiar en el mundo exterior. Y entonces lo vi, vi a dos niños insultando a una pobre anciana,  a una señora vaciando el cenicero de su coche en medio de la calle,  a un joven en skate que tiraba su lata al suelo, y un bus lleno de gente, donde nadie le cedía el sitio a la anciana, a una chica con un carricoche a la que nadie ayudaba... Y olvide, olvide confiar,  olvide a la anciana de los sabios consejos, y sobretodo, olvide encender mi bombilla y alumbrar a los demas.

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