sábado, 7 de abril de 2012

Raro

Llevaban siglos queriendo saber que había detrás de aquel chico tan raro. Habia ido toda la vida con ellos al colegio y jamas le habian oido hablar. Los mayores se emperraban en decir que debian entender que aquel niño tenia un problema, que era autista. Pero ellos lo veian mucho mas simple, era un niño raro que no quería jugar con ellos a nada en los recreos.
Ademas les corroía la curiosidad sobre que diantres llevana en aquella mochila y que era lo que dibujaba todo el tiempo. Pues aquel niño jamas habia soltado su lapiz y su libreta. En clase dibujaba, en el recreo dibujaba, si le veian por la calle estaba dibujando…
Por todo esto y porque la curiosidad es muy mala, se juntaron los cinco a la salida del colegio, tenían el plan claro y bien estudiado, mucho mejor de lo que jamas habían llevado la leccion de “cono”,  fuese como fuese tenían que conseguir la mochilla. Para ello, esperarian al raro en la esquina del colegio, donde ningun mayor podria verles.
Eran las cinco de la tarde y allí estaban ellos, en la esquina acordada, a la hora acordada, dispuestos a cumplir el plan acordado. No debian preocuparse porque aparecieran sus padres, pues ya eran mayores, tenian diez añazos, lo cual les otorgaba el beneficio de volver solos a casa, bueno y de tener un movil 3G de ultima generacion.
Y allí estaba el raro y lo que era más importante, su mochila. En cuanto doblo la esquina cuatro rabiosos niños saltaron sobre él, no es que el quinto hubiese sufrido un ataque de moralidad pero no podria pegarle y grabarlo con su Iphone. El raro se defendio como pudo, pero poco pudo hacer contra ocho brazos y ocho piernas que golpeaban sin cesar y tiraban de su mochila. En un momento logro zafarze y correr; pero el mayor de los otros se lanzo sobre él, haciendole caer t¡y provocando que su cabeza golpease el suelo.
Cuando los otros cuatro se acercaron, la mancha del suelo tenia ya un tomaño considerable. Pero el raro no dejaba de agarrar con fuerza su mochila. ¡Maldita sea! Parecia aque niño martir del que les habian hablado en clase de religion. Pero no habían llegado hasta allí para rendirse ahora y de un tiron un poco más fuerte lograron robarle la mochila y huir con ella.
Corrieron hasta el descampado que estaba enfrente de la vieja fabrica de neumaticos. Se sentaron en circulo sobre un monton de ruedas viejas y abrieron su tesoro. Allí dentro no mas que porqueria, o al menos eso vieron ellos. Quizas si el que hubiese abierto la mochila hubiese sido un ojo observador lo que realmente hubiese encontrado hubiese sido arte. Un ojo observador se habría encontrado en aquella mochila una realidad dibujada a carboncillo, cientos de recuerdos, sentimientos y experiencias que habian sabido ser narradas de otra forma. Pero no había sido un ojo observador el que había abierto la mochila, y para un ojo vago alli solo habia porqueria. Pero una porqueria que ardia de vicio.

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