miércoles, 11 de mayo de 2016

Foggy

A veces, intentando huir de nuestros miedos, de nuestros fantasmas. Nos encerramos en zonas de nuestra mente que pueden dar mucho más miedo.  Zonas de las que ni siquiera uno mismo es capaz de salir y curiosamente zonas en las que si dejáramos entrar a los demás, salir seria mucho más sencillo.

Yo no soy para nada diferente al resto y en ocasiones también me he metido en esos lugares. Sitios donde no he dejado entrar a nadie, por miedo a que me vieran como yo me veo a mi misma en los espejos que allí tengo. Tan débil,  tan triste.

Del lugar del que hablo es un sitio parecido a Londres, lleno de nubes y niebla, pero sin el London Eye o los paseos en barca por el Thames. Es un lugar donde no suele salir el sol, las noches se hacen eternas y lo único que te apetece es meterte en la cama a dormir.

Es un sitio donde en muchas ocasiones te duermes sin recordar cuando pero despiertas con la almohada aun mojada y no eres capaz de olvidar como te dormiste.

Quizás en lo que si he sido distinta a muchos y ojalá no fuera así,  por ellos no por mi, es en haber sido capaz de salir. He encontrado el camino para retomar el control. Vuelto a la senda iluminada y aquí me encuentro ahora en un hermoso prado en un lugar llamado Scarborough, donde veo las gaviotas y el mar. Desde donde aún veo alguna nube, que me recuerda que Londres no está lejos; pero que yo he llegado al menos caminando por mi pie a la otra punta del país. 

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