miércoles, 10 de julio de 2013

Aube

Contemple el orto, el sol volvía a salir. Era reconfortante ver que al menos eso no había cambiado desde ayer.

¿Porque no iba a salir el sol? Porque en las ultimas veinticuatro horas todo parecía indicar que no habría un rallito de luz mas en mi vida.

El teléfono volvía a sonar, no iba a contestar. La ultima vez que lo había hecho no habían sido buenas noticias lo que había llegado a través de aquel maldito aparato.

Dí otro sorbo a mi te. ¡MALDITA SEA! Me había quemado. Odiaba aquel seis de marzo, no tenia nada bueno. Y odiaba también las bebidas calientes, bueno y las frías. Todo aquello no habría sucedido sin bebidas (frías y calientes) Pero especialmente frías, porque entonces no habría bebido.

Empece a temblar así que deseche aquellas ideas lo más rápido posible; pero las lagrimas ya se habían amontonado en mis ojos. Me apoye en la pared, me temblaban tanto las piernas que sabía que no aguantarían ni siquiera mi peso. Deje que mi cuerpo resbalase por la pared y me hice un ovillo en el suelo. Entonces ocurrió lo que llevaba esperando las ultimas horas rompí a llorar.

Llore para purgar mi alma. Llore como no lo había hecho en todo mi vida. Llore intentando echar fuera aquel maldito dolor que me rasgaba el alma. Pero sobretodo y era sin duda alguna lo peor, llore completamente sola.

Por primera vez en mi vida los eche de menos, me había acostumbrado a que siempre estuviesen ahí, iluminando mi vida y ahora habían muerto. Aquel egoísta y ebrio conductor me los había robado. Por eso era reconfortante ver amanecer, me recordaba que por oscura que fuera la noche el sol siempre volvía a salir.




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