-Espera-Ella corrió calle abajo tras él. Había comenzado a llover, pero todo le daba igual tan solo quería alcanzarle y no permitir que se fuera de allí, o al menos no sin despedirse.
-¿Qué que quieres?-Grito el como a unos veinte metros de ella, estaba enfadado. No, no era enfadado. Estaba dolido como si acabasen de partirle el corazón.
-Esta bien que me cuelgues el teléfono sin despedirte, ¿pero vas a irte hoy sin decirme si quiera adiós?O simplemente ¿vas a irte?
-¿Qué pinto aquí ya?
-Estar a mi lado.
-¿Para qué? Yo no pinto nada aquí. Esta claro que yo nunca despertare en tus ojos el brillo que despierta él, y que nunca conseguiré que tu sonrisa sea tan bella como cuando él te gasta una broma, y por supuesto los latidos de nuestro corazón jamas latirán tan sincronizados como laten los vuestros. Así que dime, ¿Qué pinto yo aquí?
-Estar a mi lado, ya te lo he dicho.
-No me es suficiente.
-Entonces vete, si no puedes ser testigo de la felicidad de mis ojos cuando estoy con él, lo entiendo y puedes irte. Además dejaras que los demás sean testigos de la oscuridad que envuelve a mis ojos cuando no estas, y de como mi sonrisa se nubla si me faltas y sobretodo de como mi corazón deja de latir. Porque quizás el haga de este un sitio mejor cuando está, pero tu haces de este un lugar inhóspito si me faltas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario